Por: Muyatwa Sitali, CEO Interino de Sanitation and Water for All
América Latina enfrenta una paradoja sorprendente: la región concentra casi una tercera parte de los recursos de agua dulce del mundo; sin embargo, millones de personas aún carecen de acceso seguro. Según el informe más reciente del Coneval, el 7.1% de los hogares en México no tiene acceso al agua.
Estos déficits estructurales han dejado de ser únicamente un problema de infraestructura. Hoy comprometen la salud pública, educación y dignidad, y se vuelven más urgentes a medida que el cambio climático se acelera, inundaciones devastadoras, sequías prolongadas y fenómenos extremos cada vez más impredecibles. La falta de acción conlleva el riesgo de erosionar la confianza pública, puede condicionar elecciones y condenar a los países a un ciclo de enfermedades, migración forzada y estancamiento económico.
La respuesta a esta cuestión requiere alejarse de soluciones fragmentadas o «en silos», y adoptar un enfoque integrado en el que el agua, el saneamiento y la acción climática se traten como partes inseparables del mismo desafío. Esto también implica una necesidad financiera: cada solución integrada genera mucha más resiliencia y beneficios que los proyectos aislados.
El problema de los silos
Las políticas públicas “en silos” se traducen en que las estrategias de adaptación climática a menudo se diseñan sin tomar en cuenta la infraestructura de agua y saneamiento, mientras que los proyectos de saneamiento se implementan sin tener en cuenta las vulnerabilidades climáticas. Las consecuencias son graves. Los sistemas de saneamiento que no son resilientes se destruyen con las inundaciones y las comunidades sin acceso a agua segura no pueden recuperarse de las sequías prolongadas.
Esta fragmentación desperdicia recursos, retrasa las respuestas ante las crisis y agrava la desigualdad. Las poblaciones vulnerables, aquellas que viven en asentamientos informales o en zonas rurales sin infraestructura adecuada, son las primeras en sufrir y las últimas en recuperarse. En efecto, los silos perpetúan los ciclos de vulnerabilidad en lugar de romperlos. Cuando los gobiernos permiten que la fragmentación persista, también renuncian a los beneficios económicos de las infraestructuras integradas y resilientes al clima, lo que deja a los presupuestos muy ajustados debido a los constantes gastos de emergencia.
Por qué es importante la integración
La integración del agua, el saneamiento y la acción climática aporta múltiples beneficios tangibles. Algunos ejemplos son las ciudades que implementan pavimentos permeables para gestionar el agua pluvial mientras modernizan sus redes de alcantarillado, o los programas de restauración de cuencas hidrográficas que mejoran la calidad del agua y la productividad agrícola. Los sistemas coordinados de drenaje y gestión del agua pueden ayudar a mitigar los devastadores efectos de las inundaciones urbanas y, en consecuencia, limitar su impacto en el agua potable y el saneamiento. Un estudio de la Alianza Brasileña por la Cultura Oceánica muestra que los desastres climáticos relacionados con lluvias han aumentado un 320% en esta década.
Al mismo tiempo, el acceso a agua potable y al saneamiento protege la salud pública. Un informe de UNICEF señala que, en América Latina y el Caribe, 4.8 millones de personas enfrentan una doble carga: alta escasez de agua y bajos niveles de servicio de agua potable, lo que se conoce como vulnerabilidad hídrica extrema, y que significa un riesgo para la vida, salud y bienestar. Este es uno de los factores clave detrás de las muertes de niños menores de 5 años por enfermedades prevenibles. Los servicios confiables actúan como una primera línea de defensa frente a enfermedades agravadas por el cambio climático, como el dengue, cólera y la leptospirosis. La inacción ahora supondrá mayores costos hospitalarios, pérdida de productividad y muertes evitables más adelante. Todo esto tiene consecuencias para la salud pública, la economía e incluso la política.
Más allá de la salud y seguridad, las soluciones integradas generan importantes beneficios económicos. Cuando las inversiones en saneamiento se combinan con medidas de adaptación climática, los beneficios son aún mayores que cuando se aplican por separado.
Por último, la integración también favorece la seguridad alimentaria y energética. Proteger las cuencas hidrográficas y ampliar la reutilización del agua es esencial para la agricultura y la energía hidroeléctrica, ambas fundamentales en América Latina, donde el 60 % de la generación eléctrica proviene de fuentes hidroeléctricas, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Por ejemplo, la gestión integrada de cuencas no sólo garantiza el agua para la generación hidroeléctrica, sino que también asegura el riego de agricultores locales, lo cual refuerza tanto la seguridad energética como la alimentaria. Ignorar estos vínculos implica riesgos de escasez de energía, aumento en los precios de los alimentos e inestabilidad política.
Más allá de las cifras, las soluciones integradas restauran la confianza social. Las comunidades que experimentan mejoras tangibles como agua potable, saneamiento fiable y protección contra desastres, son más propensas a apoyar y participar en políticas climáticas más amplias.
Un llamamiento a la acción coordinada
Para avanzar, los gobiernos deben establecer objetivos claros y cuantificables para integrar las políticas de agua, saneamiento y clima. Estas deben estar respaldadas por inversiones estratégicas y mecanismos sólidos de monitoreo. El financiamiento debe pasar de presupuestos fragmentados y de corto plazo a flujos de financiamiento integrados y sostenibles, incluidos préstamos concesionales y fondos climáticos que traten el agua y el saneamiento como pilares fundamentales de la adaptación. Sin dinero sobre la mesa, las promesas sonarán huecas.
Además, la sociedad civil no solo debe ser consultada, sino empoderada como una voz activa en el diseño de soluciones que afectan directamente a sus comunidades.
Bajo el lema «Romper los silos: unir el liderazgo político para integrar el agua, el saneamiento y la acción climática», la Reunión de Ministros del Sector 2025, que se está celebrando este 22 y 23 de octubre en España, es organizada por Saneamiento y Agua para Todos (SWA, por sus siglas en inglés), UNICEF y el Gobierno de España. El encuentro es un llamado a la acción para proteger los derechos humanos fundamentales, incluido el acceso al agua, el saneamiento y un medio ambiente sano, al tiempo que se refuerza la resiliencia climática ante una de las crisis más urgentes de nuestro tiempo y se garantiza que el futuro de América Latina esté guiado por la sostenibilidad.
Acerca de SWA
Durante 15 años, la alianza Saneamiento y Agua para Todos, auspiciada por UNICEF, ha generado una mayor atención política y ha impulsado una nueva forma de trabajar en colaboración para hacer realidad los derechos humanos al agua y al saneamiento en todo el mundo. Al trabajar con las más altas esferas de gobierno, la alianza se destaca por reunir a las personas adecuadas para impulsar el progreso global. Más de 500 socios —entre ellos Estados Miembros de la ONU, agencias de la ONU, donantes, organizaciones no gubernamentales, instituciones de investigación, el sector privado, servicios públicos y organismos reguladores— colaboran para transformar sociedades y economías al priorizar y desarrollar inversiones a largo plazo en estos derechos humanos fundamentales que sustentan el éxito y el progreso.
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Fuente: PR


