Con la muerte del papa Francisco a los 88 años, el mundo no solo despide a un líder espiritual, sino también a un reformador que marcó un antes y un después en la Iglesia Católica. Su pontificado, iniciado en 2013, fue todo menos tradicional: en su nombre, su estilo y su visión, Francisco desafió estructuras, incomodó a sectores conservadores y se ganó la admiración de millones por su cercanía, humildad y coraje pastoral.
A más de una década de su elección, es momento de hacer balance. ¿Qué cambió realmente con Francisco? ¿Qué reformas impulsó? ¿Qué resistencias enfrentó? Aquí te contamos su legado profundo, sus logros más significativos y las heridas que aún quedan abiertas.
Un papa diferente desde el principio
Francisco rompió esquemas desde el día uno. Fue el primer papa latinoamericano, el primer jesuita y el primero en elegir el nombre de San Francisco de Asís como símbolo de sencillez, fraternidad y amor por los pobres. Rechazó vivir en el Palacio Apostólico y optó por una residencia modesta. Cambió el estilo majestuoso por la cercanía directa, y la diplomacia rígida por gestos de compasión.
Desde entonces, marcó una agenda centrada en la misericordia, la justicia social, la ecología integral y la inclusión de quienes históricamente habían estado en los márgenes de la Iglesia.
Las grandes reformas estructurales
- Transparencia financiera y lucha contra la corrupción:
Francisco reformó el IOR (Instituto para las Obras de Religión), conocido como el “banco del Vaticano”, cerrando cuentas opacas, auditando fondos y modernizando los controles. También creó organismos para supervisar las finanzas del Vaticano con mayor claridad. - Reforma de la Curia Romana:
En 2022, presentó la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, que reorganizó profundamente la estructura interna del Vaticano, dando más poder a los laicos y priorizando la misión evangelizadora por encima de los títulos y privilegios. - Tolerancia cero al abuso sexual:
Aunque esta fue una de las áreas más difíciles de su pontificado, Francisco emitió normas para que obispos y superiores sean responsables de encubrimientos, creó comisiones de protección de menores y enfrentó escándalos históricos en países como Chile, Francia y Estados Unidos. A pesar de los avances, el tema siguió siendo un punto débil con críticas por falta de acciones más contundentes. - Sinodalidad y descentralización del poder:
Impulsó un modelo más participativo, donde obispos y fieles laicos tuvieran más voz en la toma de decisiones. El Sínodo sobre la Sinodalidad es uno de sus proyectos más ambiciosos y aún en curso. - Medio ambiente y ecología integral:
En su encíclica Laudato Si’, se convirtió en el primer papa en hacer del cuidado del planeta un tema central del magisterio papal. Denunció la crisis climática, el extractivismo y el desequilibrio económico como pecados estructurales.
Una Iglesia más abierta… pero también más discutida
Francisco promovió una Iglesia “en salida”, abierta a todos: migrantes, pobres, divorciados, parejas del mismo sexo, mujeres, jóvenes alejados. Insistió en que el mensaje central del cristianismo es la misericordia, no la condena. Dijo frases tan disruptivas como “¿Quién soy yo para juzgar?” al hablar de personas LGBT, y permitió bendiciones a parejas del mismo sexo bajo ciertas condiciones.
Autorizó, además, mayor participación de mujeres en roles de liderazgo, aunque no abrió la puerta al sacerdocio femenino, como muchos esperaban. También suavizó posturas sobre el acceso a los sacramentos para divorciados vueltos a casar, aunque sin modificar doctrinas esenciales.
Las resistencias internas
Las reformas y posturas de Francisco generaron una fuerte resistencia dentro del propio Vaticano. Varios cardenales conservadores lo acusaron de “ambigüedad doctrinal”, de relativismo, e incluso algunos llegaron a pedir su renuncia.
Sectores tradicionalistas lo vieron como una amenaza a la doctrina, mientras que los más progresistas le reclamaban no ir lo suficientemente lejos. Su papado fue un campo de batalla entre visiones opuestas de la Iglesia, y eso lo llevó a tener que equilibrar con cautela su impulso reformador.
Su huella en la política internacional
Francisco también fue una figura geopolítica clave. Intermedió en la normalización de relaciones entre EE.UU. y Cuba, promovió el diálogo en Venezuela, fue una voz fuerte por la paz en Ucrania y Medio Oriente, y se enfrentó a los nacionalismos excluyentes con mensajes a favor de la fraternidad universal, especialmente en su encíclica Fratelli Tutti.
Defendió el multilateralismo, criticó la cultura del descarte y se convirtió en un referente global para las luchas sociales contemporáneas.
El papa que vivió con coherencia
Francisco vivió como predicó. Viajó a los países más olvidados, comió con personas sin hogar, lavó los pies de presos en Jueves Santo y denunció el clericalismo. Aunque no fue perfecto ni infalible, mostró una coherencia entre palabra y acción que lo convirtió en una figura profundamente humana, además de espiritual.
Un legado que marcará generaciones
El papa Francisco dejó una Iglesia en movimiento, más consciente de su misión en el mundo moderno. Cambió el estilo del papado, abrió puertas, tensó estructuras y sembró ideas que seguramente continuarán germinando con su sucesor.
Su pontificado no fue un punto final, sino un punto de inflexión. Ahora el reto es: ¿el próximo papa continuará su visión? ¿O será el inicio de un nuevo giro?
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Fuente: PR